La portada de Santa Ana, la más antigua de las existentes en la catedral, se abre en el brazo sur del transepto hacia lo que entonces era el atrio cementerio de la iglesia de Santa María, en el siglo XIV.
La obra ha contemplado dos actuaciones complementarias. Por un lado, la construcción de un portal de obra de cantería de piedra blanca que proteja la portada de las inclemencias meteorológicas que, en buena medida, son las responsables de los daños en las estatuas y de la pérdida de detalles ornamentales. Y por otro, se ha realizado la restauración propiamente dicha de la portada, incluyendo la limpieza de las estatuas y la decoración arquitectónica y su reparación.