05/06/2014
Queridos amigos:
¡Se acerca la fecha! Y será, por decisión del Obispo de la Diócesis, un día especial para todos los católicos: el Domingo de Pentecostés. La Catedral Vieja, nuestra Catedral, sabia y responsablemente, volverá a poder ser utilizada como lugar de culto y de reunión social preeminente de nuestra ciudad.
Han sido muchos los momentos especialmente significativos los protagonizados por ella a lo largo de su historia, mucho mejor conocida ahora por todos tras las investigaciones y descubrimientos (algunos dirían “lecturas actualizadas”) realizados en sus entrañas a lo largo de estos… ¡más de 20 años!
Desde sus predecesoras románicas erigidas al pie de las primeras murallas (¿se imaginan las ceremonias de su consagración en aquél poblado recién amurallado de Gasteiz?), a la ensoñación castellana proyectando un gran templo inserto en la ampliación de las murallas de la nueva ciudad incorporada a su reino.
¿No percibís, al sentir el mensaje de las esculturas de los tímpanos góticos de las portadas del Pórtico, el asombro de nuestros antepasados vitorianos (y la de sus visitantes peregrinos hacia Santiago) cuando se desvelaron sus imágenes y significados (aún todavía hoy día objeto de sana y docta polémica en nuestro medio universitario)?
Aún deben resonar en los muros y bóvedas de nuestra ‘Vieja Dama’ los cánticos ceremoniales de su consagración como Colegiata: Un ‘ascenso’ en toda regla camino de su permanentemente ansiada dignidad catedralicia.
¿No os imagináis lo que para todos los ciudadanos y alaveses del entorno supuso el proceso de elevación de la gran torre atalaya en el siglo XVI? ¿Y la impresión causada por los primeros tañidos de sus enormes campanas? ¿Cómo retumbarían en los pueblos de La Llanada? ¿Vitoria capital?
Y, por fin, tras el frustrado conato catedralicio napoleónico con la Batalla de 1813, recién superado el gran incendio padecido en 1853, llegaron las alegrías de las ceremonias
de su erección como templo catedralicio en 1862.
Pero, en esta ocasión, permitidme que no os felicite por este nuevo evento que se añade a la azarosa historia de nuestra Catedral, sino precisamente por el hecho de ser vosotros (y vuestros predecesores) los verdaderos protagonistas de esta historia de continuidades, de supervivencia y, en definitiva, de futuro.
Nos esperan pues, muchas celebraciones a partir de ahora ya que, gracias a todos, la Catedral continúa más viva que nunca:
- Sonarán de nuevo las campanas y la torre nos dará las horas…
- Dialogará el órgano nuevo con el antiguo restaurado…
- Jugarán los niños bajo la portada de Santa Ana restaurada…
- Disfrutaremos recorriendo nuestro Metro-Katedral…
Juan Ignacio Lasagabaster, director técnico de la Fundación Catedral Santa María